Te miro desde lejos porque no encuentro una manera sana de acercarme a ti. Me asusta, terriblemente, que al final, cada cosa implantada en mi mente aún por mis propias amigas, sea verdad. Te observo desde lejos y traes esa sonrisa que sé, que podria conquistar a medio mundo. Pero todo lo que me han dicho sobre tu personalidad y tus anhelos me detiene. ¿Cómo puedo dudar de los cuentos que mis propias amigas hn narrado a mis oídos sobre ti? ¿Qué pasa si, después de hablar contigo, no te puedo sacar de mi mente y el flechazo se convierte en mi primer corazón roto?
Me estremezco y apartó la mirada cuando me doy cuenta de que tú has notado que te observo. Me tiemblan las manos y suspiro, quizá sí, quizá si eres un mujeriego, mentiroso, que se enamora de todas y a la vez de nadie. Quiza todas las cosas que he escuchado y me han dicho sobre ti son tan ciertas que lastiman. Los pasos que escucho me aceleran el corazón y ruego a gritos en mi mente, que no seas tú.
Pero, cuando levanto el rostro y tus ojos café son lo único que puedo mirar fijamente, algo en mi alma se remueve. Sonríes y no puedo evitar sonreírte también. Quizá, sólo quizá, no seas todo eso que dicen.
Algo nace en mi corazón y me anima a conocerte, porque, a pesar de todo, me niego a juzgar a alguien por los pensamientos de otro.
Este es solo un blog nacido del ojo de un huracán, del momento más grande de intensidad de una tormenta.
lunes, 25 de julio de 2016
Murmuraciones.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)