Eres tan inestable que me alteras los nervios.
Estás hoy, aquí, siendo el principe de mis sueños, atento, dulce, amoroso, lleno de sonrisas y abrazos, recitandome versos al oido, soltando notas dulces con tu guitarra, y cantando en voz baja, casi inaudible, regalandome la melodia de tu voz solo para mi.
Y luego te vas, desapareces por horas, días, no sé nada de ti, casi se me olvida tu sonrisa, y empiezo a extrañar la inolvidable sensación de tenerme entre tus brazos. Me causa insomnio recordar el café de tus ojos y me rompe un poco el corazón no escuchar tu risa. Eres cortante cuando te busco, y tus monosilabos me quiebran el alma.
Estoy cansada de eso, cansada de ti, cansada de que un día me quieras y un día te sea indiferente, te has encargado tu mismo de arruinar mis sentimientos por ti, has hecho que mis anhelos y mis deseos cambien, y que por tanto, mi determinación y mis pensamientos cambien.
Me he cansado de ser la pordiosera de tus besos.
Me he hartado de mendigar un par de palabras medio escritas en una pantalla.
Vete a donde quieras y trata de encontrar una mujer que llegue a preocuparse por ti, como toda mi alma, mi corazón y mi mente lo hacen.
Este es solo un blog nacido del ojo de un huracán, del momento más grande de intensidad de una tormenta.
viernes, 15 de enero de 2016
Inestable.
lunes, 11 de enero de 2016
Hello, from the other side.
Era más fácil cuando solíamos querernos sin recriminaciones, sin porqués después de cada final de una oración.
Dime, ¿Qué nos paso? ¿Por qué te fuiste?
Haz dejado la casa sola y donde debería estar tu cuerpo solo hay un vacio que rompe mi corazón.
¿Recuerdas el olor a café en las mañanas? Nadie hace el café como tú, y aún extraño lo dulce que era besarte después de la última gota del expreso cargado que preparabas solo para mí.
No puedo negar que mi orgullo fue más grande que yo los primeros días, que juré no necesitarte después del primer mes mientras besaba otros labios.
Pero cuando me encontré entre las piernas de otro amor, me di cuenta que el calor de tu alma era lo que me ponía a mil, no la imagen de tu cuerpo.
Aunque debo aceptar que a mis dedos les encantaba la textura de tu piel llena de hermosas pecas, tengo que confirmar que lo que más le duele a mi corazón es la ausencia de tu alma.
Que te llore una y mil noches y que sigo esperando para poder volver a oler tu cuello y sumergirme en tu pecho sin hora de regreso.
Así que aquí estoy de nuevo. Tragandome mi orgullo, huyendo a tu mirada, con el corazón en la mano, solo para decir...
Hola, desde el otro lado.