viernes, 17 de abril de 2015

Estaciones

Eras como un soplo de viento en el verano. Lograbas remover cada fibra de mi ser, alegrar mi vida de la forma más simple. Solías ser la primera persona que amaba en las mañanas y la última que anhelaba en las noches. Tenías la propiedad de meterte bajo mi piel, de inundar mis venas y ocupar mis pupilas. Y un día caluroso de otoño, cuando te deseaba para refrescar mi alma, tu efecto se extinguió, como cuando uno deja apagar una vela y ya no hay cerillos para encenderla de nuevo. Te fuiste, nos fuimos, porque en ese microsegundo la mujer que te amaba dejo de existir.

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