La esperanza de verlo es una bombilla en su corazón, que, tras la negativa en la pantalla se apaga.
Finalmente, y por última vez, sin la esperanza de volver a encenderse nunca más.
Está cansada de mendigar, como tantas otras veces, una mirada, una sonrisa, la calidez de sus brazos y la sencilla naturalidad de sus conversaciones.
Cierra los ojos, conteniendo las lágrimas en el borde de sus párpados, y se traga el nudo en la garganta, que protesta por la árida sensación.
Cuando abre sus ojos, mantiene una sonrisa que es más falsa que el color rojo fuego de sus labios, y cierra el portátil con suavidad.
Se recuesta en su cama, enrollándose en el edredón y volviéndose un ovillo vacío, sin mariposa adentro.
Se muerde el labio y algo se remueve en su alma, racionalizando en silencio y cayendo de bruces en el pensamiento de que sus amistades de papel no le sirven para nada si no pueden contenerla en viva piel.
Este es solo un blog nacido del ojo de un huracán, del momento más grande de intensidad de una tormenta.
martes, 27 de septiembre de 2016
Amistades de Papel
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario