Encuentro en su sonrisa esa luz que le hace falta a mi vida. No hay otra forma de describir el cálido sentimiento que se extiende en mi pecho cuando su sonrisa entra en mi campo de visión.
Casi puedo sentir mis pupilas dilatarse, y casi se hace visible en mi garganta, en aquel punto sensible donde la yugular circula, como mi corazón ha aumentado drásticamente su ritmo.
Porque él me hace eso.
Su sonrisa hace que mi corazón cambie su ritmo, y que mi alma se remueva dentro de mi cuerpo. Sus abrazos le dan tranquilidad a mi espíritu y relajan mis músculos.
Y el brillo de sus ojos es mi sol personal. Mi propia lumbrera. Mi hermosa luna de rayos color azul.
Y verle, verle siendo tan él, verle de lejos, con la guitarra en sus manos, el rasgueo de sus dedos, la presión de sus yemas en las cuerdas, los acordes perfectos, la melodía indicada, y la felicidad brincando en sus ojos mientras toca.
Verle, siendo una obra de arte ruidosa, armoniosa, perfecta.
Verle, la naturalidad con la que maneja el instrumento, como si aquél fuera una extensión de sí mismo, y no algo a parte.
Ver en sus labios extendidos su amor a la música.
En la forma en que lo toma, el amor hacia su instrumento.
Esa delicadeza, tan pura, tan real, con la que ama a su guitarra, me hace regodearme de absoluta dicha, porque es quizá la misma delicadeza con la que me trata, es la confirmación silenciosa de su amor hacía mí.
Este es solo un blog nacido del ojo de un huracán, del momento más grande de intensidad de una tormenta.
miércoles, 14 de octubre de 2015
My guitar hero
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