Se sienta lejos, pero no tan lejos como para no permitirse observar cada detalle. Está a diagonal suyo, metros de lejanía los separan pero ella puede escuchar en su mente su voz en un susurro, cantando para él mismo mientras sus dedos rasgan suavemente a su inseparable compañera, su guitarra. Una sonrisa se le pega al rostro a él tras tocar la nota final y ella sonríe de lejos, observándole, admirándole. Es tan lindo, la forma en que se concentra cuando canta y aquella pasión que desbordan sus ojos por la música. Ella está fascinada por la forma en que la música lo absorbe y lo enamora. Solo imagina lo apasionante que debe ser amar algo a tal punto. Él alza la mirada y la ve, a lo lejos, libro en su mano derecha y el cabello revoloteando por el viento. Admira su sonrisa, su valentía y su sinceridad. Le sonríe de lejos y la saluda con la mano, ella se sonroja y se esconde tras su libro, él sonríe y vuelve a su guitarra. Ella, completamente roja de la vergüenza de ser descubierta observándolo se esconde tras su hermoso escape al mundo con la sonrisa peculiar, especial y dulce de aquel cantante del que ya es fan grabada en su mente.
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