Entregarte el corazón sería hacerte daño, sería condenarte a la infernal eternidad de mis cicatrices. Sería encadenarte a mis susurros en la noche, de una melodía antigua que muy pocos conocen. Sería volverte prisionero de unos brazos hastiados de caricias vacías, de amores de una noche. Sería decepcionarte, entristecerte, amargarte. Sería volverte el carcelero de mi poesía, de mis momentos de cursilería. Sería volverte un alma en pena, castigado a amarme con locura y sin inhibiciones. Diré que no vale la pena desperdiciar la vida intentando amar a un cuerpo vacio y a un corazón roto. Expongo en este pequeño texto cada uno de mis defectos y a lo que estarías condenado, porque yo, querido mío, soy un desastre cuando amo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario