Yo estuve enamorada del engaño que yo creía era su esencia. Estaba enamorada de su parte sensible y dulce, cuando él era en realidad tan duro como una piedra y tan sensible como el acero. Estaba enamorada de su sonrisa tierna cuando la verdad era que escondía malicia en esa mueca. Estaba enamorada de sus palabras casi poéticas, sin saber que las buscaba en una pagina de citas baratas y se las regalaba a cualquiera que le abriera las piernas una noche. Estaba perdida y enamorada de su amor, cuando sus sentimientos hacia mi radicaban en lo más bajo que tiene una persona, su deseo carnal. Yo le ame y él me deseo incontrolablemente y desesperadamente, y mientras yo estaba convencida de que su desenfreno bajo las sabanas se debía a la intensidad de su amor, él solo cerraba los ojos y se enfocaba en las curvas de mi cuerpo.
Este es solo un blog nacido del ojo de un huracán, del momento más grande de intensidad de una tormenta.
sábado, 31 de mayo de 2014
jueves, 29 de mayo de 2014
Inanición.
Ellos solían sonreír al amanecer, cuando él era su sol y ella la luz en sus ojos. Ambos solían salir a correr en las mañanas, movidos por una pasión desenfrenada por el deporte, que los había unido ya tiempo atrás. Él solía acompañarla en las tardes, al planetario, donde le gustaba observar las galaxias que el telescopio le permitiera ver y enseñarle a él el nombre de las constelaciones. Ella solía acompañarlo después de eso, a la biblioteca, donde él se deleitaba leyendole aquellos tomos de más de 600 páginas que ella nunca se atrevería a hojear sin él. Ellos solían sentarse en las noches, atrás de su casa, mirando la luna, única testigo de los besos apasionados que se daban acostados allí, única testigo de los inevitables problemas que un día tuvieron, única testigo de la perdida del amor que se tenían, que se profesaban. La luna fue la única que pudo darse cuenta de cómo aquello les destrozó a los dos. Ella dejo de amar las galaxias, y él dejo de leer sus libros. Ellos dejaron de hacer cualquier cosa que les recordará al otro, y como su intimidad había llegado tan lejos, murieron inveitablemente por inanición.
domingo, 25 de mayo de 2014
Sonrió.
Sonrió cuando, de lejos, puedo ver como un pequeño pajarito aprende a volar. Sonrió cuando, más cerca, veo como una mariposa sale de su capullo por su propia fuerza. Sonrió cuando, de forma casi microscópica, veo como un diente de león deja volar sus pétalos lentamente junto una niña, que con sus ojos cerrados ha soplado la flor diciendo un deseo pequeño. Y sonrió, sonrió cuando él me mira y sonríe, sonrió cuando él me abraza al tenerme cerca. Sonrió con sus suaves "te quiero". Sonrió con sus besos en la mejilla, dados repetidamente para hacerme sonreír más, como sí pudiera ser remotamente posible. Sonrió cuando él está junto a mi, sosteniendome en sus brazos, porque se ha convertido en una de mis más grandes razones para armar una sonrisa.
Adiós y te quise.
Estoy de nuevo aquí, en el fondo de nuestra historia, para poder comprender que me hizo quererte así. Para arrancarte de mi mente de forma letal y definitiva. Para que mi corazón deje de pararse al pensar en ti, porque no me he permitido amar contigo cerca, cuál dolor fantasma, que vuelve y me reclama como suya cada vez que un chico me hace un cumplido. He vuelto al fondo de lo que eramos, ha decirle a mis recuerdos que deben dejar de acosarme y a mi mente que debe dejar de relacionarte con todo. He vuelto aquí, al inicio de aquella cicatriz sin sanar, para hacer que por fin se seque y dejar a un lado tantos sentimientos que no podrán existir porque tú ya no volverás. He venido, de nuevo, porque hay alguien que quiere amarme como yo te ame, y me parece injusto entregarle un corazón incompleto, una mente vuelta mierda, un alma medio rota. He venido para darle fin y punto final a está historia inconclusa. Deseé esté adiós y ahora lo tengo. Adiós y te quise.
sábado, 24 de mayo de 2014
Me gusta.
Me gusta. Me gusta porque cuando sonríe puedo ver la transparencia de su alma. Me gusta porque cuando me mira, me tiemblan las piernas y cuando me habla, mis labios se estiran en aquella sonrisa estúpida y detestable que me invade todo el rostro. Me gusta porque cuando me abraza me siento en mi lugar favorito. Él me gusta, porque es puro, es real, es autentico. Me gusta porque no es egocéntrico ni un imbécil enfocado en si mismo. Me gusta porque es tierno, es dulce y tiene misterio. Él me gusta, ME ENCANTA!
Tu voz.
De nuevo aquí, en el rincón de una habitación oscura, en la profundidad de mi propio subconsciente, dejándome llevar por un susurro de tu voz. De esa voz que me hacía reír en las mañanas y amar en las noches. Esa voz ronca, sin aire, tras caricias que solo puedo reproducir en recuerdos. Un recuerdo, mil y uno, eso es tu voz.
Frágil
Coloca nuestros momentos en un sobre, mandamelo sellado, con la estampilla de frágil en frente. Devuelveme aquellas sonrisas arrogantes, mi egocentrismo, mis besos, aquellos besos en los que me quitabas todo, pedazo a pedazo, poco a poco. Dame todo lo que te di, aunque no te lo pida intacto. Devuelveme mi fragilidad, mi vida, aunque ya esté rota.
viernes, 23 de mayo de 2014
Lo que éramos.
La esencia de lo que éramos juntos puedo definirla con una sola palabra: Imaginación. Simplemente porque a su lado las cosas eran tan reales, tan profundas, tan intensas, que mi cerebro no las procesaba como realidad, sí no como una alucinación procedente del interminable encanto al que usted me sometia.
Queriendote entre versos.
A veces escribo para mí, para mi satisfacción al releer las letras, a veces escribo por la gente, para que cada persona pueda encontrar en algunas palabras que componen poesía, el significado exacto de un sentimiento, el reconocimiento de lo que ellos mismos son. Y a veces, a veces escribo para ti, con la esperanza de que me leas y comprendas que te quiero, que te quiero de una forma loca y que no importa cuanto tiempo y espacio ocurran, aquí estaré siempre, queriendote entre versos.
Tiempo.
No hay nada como ese sentimiento de aleteo de mariposa que te causa ver a una persona que, no importa cuánto tiempo pase, sigue acelerandote el corazón.
miércoles, 14 de mayo de 2014
Esencia.
Todos necesitamos proteger nuestra real esencia tras una máscara absurda
que solo nos consume a nosotros mismos, nos alejamos de ciertas personas porque
ellos hacen nuestros muros de defensas, vulnerables. Pero solo a veces, con el
corazón siendo extremadamente valiente, aceptas a una de esas personas, solo
porque tiene la capacidad de hacerte confiar plenamente en él. Solo porque
aunque te sientes completamente vulnerable a su lado sabes que él nunca tendrá
las intenciones de destruirte, aún teniendo ese poder zumbando en sus manos.
Subjetividad.
La belleza es tan subjetiva, que bien, lo que me puede parecer
hermoso a mí, a otros quizá no. Por ello hablamos de la imperfección perfecta,
y tú eres uno de mis ejemplos favoritos. Porque siendo tan imperfectamente
perfecto me haz hecho sonreír más de lo que aquellas personas que encajan en lo
relativo de la belleza social no han podido.
Usted y yo.
No hay culpabilidad en los miles de besos que un
día, con los ojos cerrados, le robe sin querer, deseándolo más que nada. No hay
dolor ni sufrimiento en todas esas miles de escenas en las que usted, de la
forma más romántica que se haya escrito alguna vez, me profesaba su amor
dejando en claro que Benedetti no podría compararse con sus versos. Hay amor,
amor desbordante, en cada una de las posibles soluciones a todos los problemas
que consideré podrían crearse a lo largo del tiempo en una relación tan
utópica. Sí, me he enamorado de usted,
pero aseguro hoy, con el corazón palpitando metafóricamente en mis manos, que
me he enamorado aún más de las miles de historias creadas en mi mente sobre un
imposible “Usted y Yo”.
¿Me recuerdas?
Me recuerdas? Yo solía ser una de esas personas a
las que al atardecer, con algo más que chocolate caliente y masmelos, le
susurrabas al oído que yo iba a ser el único amor de tu vida. ¿Puedes acordarte
de aquellas noches estrelladas juntos en la terraza, tomados de la mano,
intentando adivinar a cuantos años luz podrían estar cada una de aquellas
estrellas? ¿Cuáles estarían muertas, y cuáles aún suspiraban en vida? Yo
recuerdo perfectamente, con todo detalle, cada sonrisa a tu alrededor. Recuerdo
aquella tarde que me pediste que fuera tu eternidad, porque no, tú no le pedias
a ninguna chica que fuera tu novia. Recuerdo para el mes siguiente los pétalos
de rosas blancas encima del edredón violeta de mi cama, y el oso de peluche
gigante con una caja de chocolates en forma de corazón en medio puestos
delicadamente encima de la misma. También puedo recordar un par de meses luego
a eso, cuando yo, completamente enamorada quise darte una sorpresa, y la
sorprendida fui yo. También recuerdo las lágrimas, los gritos, las promesas rotas.
¿Recuerdas lo que significaste para mí? Y mira, terminaste convirtiéndote en
una más de las miles de razones por las cuáles, no confió en las personas. suspiraban en vida? Yo recuerdo perfectamente,
con todo detalle, cada sonrisa a tu alrededor. Recuerdo aquella tarde que me
pedíste que fuera tu eternidad, porque no, tú no le pedías a ninguna chica que
fuera tu novia. Recuerdo para el mes siguiente los petalos de rojas blancas en
el edredón violeta de mi cama, y el oso de peluche gigante con una caja de
chocolate en medio puestos delicadamente encima de la misma. También puedo
recordar un par de meses luego a eso, cuando, yo, completamente enamorada quise
darte una sorpresa, y la sorprendida fui yo. También recuerdo las lágrimas, los
gritos, las promesas rotas. ¿Recuerdas lo que significaste para mí? Y mira,
terminaste convirtiendote en una más de mis miles de razones por las cuáles, no
confió en las personas.
Cortarnos.
¿Cuántas veces me pediste que confiará? ¿Cuántos argumentos
desgastaste diciéndome una y mil veces que podría confiar en ti a ojos
cerrados? Y me convenciste, justo en el momento en el que puse toda mi
confianza en tus manos, dejándome endulzar completamente por las palabras
hechas de algodón de azúcar que tú me dabas, día tras día. Y entonces, todo se
desmoronó justo en el momento más crítico decidiste arrancarte de mi vida de
golpe. Cómo si cortarnos fuera tan fácil, como cortar una hoja de papel.
Ella, sí, esa.
¿Puedes verla? No, no a la chica despampanante, de curvas marcadas
y pelo largo. No, no a la chica en ropa corta, que se rodea de todos los chicos
que hay. No, a esa, a la de más allá, en el fondo, bajo el árbol, la chica de
jeans y converse negras, esa, que tiene un libro en sus manos y sonríe mientras
lee. Sí, ella. ¿Puedes verla? ¿Puedes ver la sencilla hermosura que esconde?
Ella. La que sonríe cuando está aun demasiado rota. Esa, que encontró en un
libro su escape. Esa, sí, ella. Esa que te enamora con palabras que no
entiendes, esa que hace poesía, sí. Ella te amará como ninguna otra podrá.
Insomnio.
Me causa insomnio, simplemente porque cuando sonríe,
la cafeína se ve minimizada a nada, porque sabe escribir y retenerme con cada
una de sus palabras. Porque sabe en que puntos me derrito completamente, porque
sabe como manejar los problemas, para sacarme una sonrisa sin forzar las cosas.
Me acostumbre al café que esconde en sus pupilas, me volví adicta al sonido que
hacen esas dos fibras en su garganta cuando ríe. Me acostumbre a sus buenos
días en la mañana, me acostumbre a sus buenas noches, al despedirse. Me impide
dormir un recuerdo suyo, se coló en mi memoria, sin autorización alguna. Y así
han pasado los días, volviéndose la razón por la cuál mis ojeras crecen cada
día más.
Escogí
Escogí
quererlo en silencio, para deleitarme con la sublime esencia de los te amo
mudos que mi mirada deposita en al suya cada vez que al verme sonríe y susurra
"Hola" con su espectacular voz. Escogí enmudecer mis sentimientos,
para que cada noche, y con cada te quiero, mi corazón no se pare de tristeza
sino de alegría, porque aunque no sonríes teniéndome en tus brazos. Sonríes, y
eso basta para mí.
¿Me esperas tú?
Espero verte algún día y que no sea entre mis sueños. Espero abrazarte
fuerte, quitarte el aliento, hacerte sonreír. Espero que todo lo que tus
pupilas reflejen sea mi imagen y todo lo que tu voz recite sea mi poesía.
Espero tenerte, tenernos y nunca volver a perdernos. Te espero aquí, ¿Me
esperas tú?
Te aferre.
Quizá en el momento más crucial de mi vida, te aferre a mi con todas mis
fuerzas, con mi alma y mi corazón puestos en juego, nos pegue, con hilo y
punzadas fuertes, te sostuve tan cerca, con tanta pasión y amor, que ahora
simplemente no puedo despegarte con la excusa de una orden, con una frase de
engaño, en la que deseo auto convencerme de que ya no te amo, como te amaba
antes, y de que esto que es amor y no pudo serlo, ya no existe.
Algo.
Hay algo en su personalidad que me enloquece. Será, quizá, esa actitud
determinante que siempre deseé ver en alguien a quién quise demasiado. Será,
más bien, su sonrisa y sus palabras, que me recuerdan un lugar ya lejano donde
todo era plena y absoluta felicidad. Será... y entre las miles de suposiciones
encuentro que no hay nada que me haga sentir más tranquila que estar a su lado.
Es en la compañía de su alma donde todo encaja exactamente a la perfección. Es
con él, que, aunque todo parece caos, la tranquilidad está en su más puro
estado. Es, cuando lo miro a los ojos y sonríe, donde todo parece plenamente
feliz.
Perfección.
Nunca serás perfecto para este mundo. La
sociedad crea prototipos inalcanzables, imposibles y completamente volubles.
Nunca habrá alguien que alcance la expectativa social de perfección, porque
siempre habrá alguien que piense que no lo eres. Pero, créeme cuando te digo
que no habrá tampoco nunca nadie que te vea tan exactamente perfecto cómo yo.
Nunca nadie podrá amar cada una de esas cosas que la sociedad considera
imperfectas, que solo me hacen convencerme cada día más de que eres exactamente
mi idea de perfección y de que llenas completamente todas mis irreales
expectativas.
¿Lo estaría?
¿Estaría inestablemente loca si digo, que
aun así, después de que su amor me haya dejado rota en pedazos, después de
haber tenido que reconstruirme a mi misma, en la soledad de unas cuantas
canciones, sí aún después de todo el duelo y el orgullo pisoteado, si aún
después de las noches que pase frente a la cama viendo esas patéticas historias
de amor que ambos solíamos criticar juntos, si aún después del par de kilos que
gane por sobrevivir a base de helado de chocolate, lo amo?
Recuerdos.
Recuerdo todo lo que pasamos, y de repente se
forma una rara mueca, no sé si es una sonrisa o no porque las lagrimas tampoco
ayudan. Las sonrisas, los besos extraños, la melodía de tu risa, los abrazos,
las miradas, incluso aquellos leves e inquietantes momentos en el que el
silencio nos abrazaba con su cómoda intimidad. Recuerdo todas y cada una de las
palabras que alguna vez nos dijimos, incluso esas que ni tuvimos que decir. Las
canciones y los planes nunca cumplidos. Lo recuerdo todo y estoy segura que
nunca estuve más enamorada de unas mentiras, cómo de las tuyas.
Corre.
Corres tras eso que algún día sentiste, quema,
hiere, no paras. No te interesa parar. ¿Qué si nunca llegas hasta eso? ¿Hasta
él? Nada, tienes que intentarlo, te sientes en el deber de buscarle, así nunca
le halles. Vives de tus sueños y ese, encabeza la lista.
Dicen.
Dicen que nunca te debes enamorar de las
personas que saben escribir, pues podrías vivir eternamente entre sus palabras.
Si soy honesta, a mi no me molestaría vivir por la eternidad entre las suyas.
Eres todo, eres nada.
Eres el sueño que no dejo de soñar, el aire que
respiro, la sangre que recorre mis venas, no eres nada, eres todo, eres eso que
nunca dejare de decir, el aroma a vainilla que inunda mis sentidos en las
mañanas, eres ese sabor del café recién colado, eres esa estrella que nunca
abandona a la luna, eres nada, eres todo.
Mereces.
Lo único que puedo decir frente a tanta
gentileza y amor, es que simplemente, usted, dentro de toda su humanidad,
merece más de lo que yo puedo soñar siquiera darle de mi misma. Merece ser
amado en toda su fuerza y totalidad, en todos sus defectos, en todos sus
triunfos. Merece ser apoyado en todos sus desfallecimientos, en los momentos
duros. Merece aún más de lo que siquiera puedo explicarle con mis palabras.
Merece todo eso que no soy, y que para mi eterna lastima, nunca seré.
Sí usted me leyera...
Pero, ¿qué ganaría está débil alma solo con qué
me leyera? Si ya no tengo el placer de ver sus labios torcerse en una sonrisa
por la dulzura que le causan mis palabras, si ya no puedo simplemente ver en
sus ojos ese hermoso brillo que aparece con cada una de mis letras. De nada me
consuela que me lea, si usted no está aquí para yo apreciarlo leyéndome.
Sí usted, quizá.
Sí algún día no se encuentra a usted mismo, no
se mate la cabeza buscando, créame, está por ahí, en cada uno de los versos de
mi poesía, en cada nota de inspiración, en cada tildé de mis palabras.
Yo Podría...
Podría decir que con solo mirarlo a los ojos,
todo el salón se iluminaba y no había nada, nadie más. Podría decir que cuando
me miraba, el mundo dejaba de girar sobre su eje, para girar teniendo cómo eje
nuestro lugar. Podría decir, aunque me arriesgaría a exagerar, que hasta el sol
dejaba de brillar con tanta fuerza solo para darnos un poco más de intimidad.
Podría decir que el era mi mundo y yo el suyo. Pero ambos mentiríamos, porque
simplemente no existían dos mundos aparte, existía uno solo, creado por ambos.
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