Sí usted me leyera...
Pero, ¿qué ganaría está débil alma solo con qué
me leyera? Si ya no tengo el placer de ver sus labios torcerse en una sonrisa
por la dulzura que le causan mis palabras, si ya no puedo simplemente ver en
sus ojos ese hermoso brillo que aparece con cada una de mis letras. De nada me
consuela que me lea, si usted no está aquí para yo apreciarlo leyéndome.
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