Eres la adicción que me condena y me revive, la droga en mi sangre, los alucinógenos en mi cabeza, eres ese cigarrillo de humo oscuro al despertar, el dolor en mis antebrazos, el palpitar de mis sienes. Eres esa dosis de adrenalina inyectada, pura, intensa. Eres todo eso que me envicia, que me hace mal, y sin lo cuál, estaría condenada a la locura. A la miseria.
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