Es sutil, casi no está y casi no lo siento, pero sigue ahí, asecha suave, sin permisos y sin rodeos.
Tengo miedo.
Miedo silencioso, sigiloso, a que seamos demasiado o no seamos suficiente, miedo a perderte, a abrir los ojos un día y dejar de sentir.
Miedo a dejarte, a que me olvides o a que ya no te quiera. Miedo a dejarnos, quizá en alguna tarde febril, de esas que nos gustan tanto, quizá a mitad de un beso, miedo a que ese beso deje a mis pulmones con algo de oxigeno, a mi cerebro con rastros de duda y a mi corazón con dejos de pena.
Tengo miedo a que usted no me quiera, como profesa quererme, a que lo que usted sienta sea efímero, poco fuerte, más bien endeble.
Tengo miedo, joven, de que lo nuestro sea necesidad de unos pocos meses y no realidad de eternos años.
Son las dos de la mañana y el miedo, la incertidumbre, ese pequeño goteo racional me mantienen despierta, eso y el color oscuro de sus ojos, y la suave fluidez de su risa.
Porque su recuerdo y mis dudas son mejor para mantenerme despierta que la ansiedad de un examen próximo.
Porque aunque no es vino, el ron en mi sistema y el pensamiento de su ser me mantienen alerta, pensante, reflexiva.
Usted despierta zonas de mi realidad, caos de mi racionalidad, que nadie más había logrado perturbar. Ha pasado de largo aquellos letreros de advertencia y se ha inmiscuido en cada rincón. Cada hasa y cada giro de mi ADN.
Y esa inseguridad de lo nunca antes experimentado, esa intensidad de lo previamente no vivido, esa idealidad de lo ansiosamente esperado, me producen miedo, curiosidad, angustia, y hasta un deje de felicidad que me deja un sabor a usted en la boca.
Este es solo un blog nacido del ojo de un huracán, del momento más grande de intensidad de una tormenta.
viernes, 26 de diciembre de 2014
Tengo miedo.
lunes, 22 de diciembre de 2014
Usted.
Usted es la cosa más hermosa que mis ojos han visto. No es por exagerar, pero estoy segura de que de la forma en que usted mira no lo hace nadie más. Hay algo en su mirada que me vuelve loca todo el tiempo. O en su sonrisa, dulce, encantadora, que me hace sonreír a mí de forma tonta, hipnotizada. Estoy segura de que su presencia cambia mi aura y mi estado de ánimo, porque solo tenerlo cerca significa felicidad. Ni siquiera se alcanza a imaginar el éxtasis estallando dentro de mi al besar sus labios.
Usted, Joven de la eterna sonrisa, es justamente por lo que yo lucharía contra cada posible inconveniente futuro.
Usted, amor, mi amor, usted es luz en mi oscuridad, y no sabe lo feliz que es tenerlo siendo mi sol particular, iluminando cada rinconcito de mi vida.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Me encanta...
Él tiene algo especial, hace que lo quiera sin duda, pero hace que me sienta particularmente encantada por ciertas cosas en él.
Me encanta su sonrisa, la forma dulce y encantadora en que sonríe hace que el mundo bajo mis pies tiemble a más de 7 grados en la escala de Richter.
Me encantan sus ojos, su mirada, la forma intensa en la que usualmente me mira, como aquellos ojos oscuros me atrapan y todo a mi alrededor desaparece, como parece que puede inspeccionar cada parte de mi alma, mi corazón se acelera y mi presión cardiaca se dispara.
Me encantan sus labios, o quizá me encanta más la forma en que me besa, con los ojos cerrados, dejando un pedacito de alma en medio de mis labios.
Me encantan sus abrazos, y sus brazos que hacen la acción, estar entre ellos es una de las formas más puras de perfección, me hace sentir correcta, completa, libre, y amada.
Todo en él, junto, y mezclado, lo hace el chico de mis sueños, de mis deseos. Nunca podré decir de él que es perfecto, porque soy completamente consciente de que no lo es. Y es justamente esa la principal razón por la cual me gusta, me encanta y me enloquece. Porque es tan real y tengo el absoluto privilegio de ser su chica.
A veces.
A veces queremos serlo todo, mostrar cada parte de nosotros mismo, enseñarle a esas personas que te importan cada rincón de tu alma.
Pero a veces, solo no es necesario.
Necesitas que te descubran, que cada persona explore en tu corazón conforme sea parte de tu vida.
Debes entender que cada cosa tiene su tiempo, y todo avanza conforme a un plan mayor a ti.
Hoy, experimente su lejanía, por razones ajenas a ambos, y fue de las cosas más desagradables que alguna vez haya experimentado.
Entiendo que lo quiero, que significa mucho para mí, más de lo que yo esperaba, más de lo que imagine. Entiendo que su sonrisa me hace feliz, que sus besos son la razón de mis suspiros, y su presencia la razón de mi sonrisa, de ese sentimiento cálido que nace en mi pecho y se extiende a cada rincón de mi cuerpo.
Entiendo, que aunque el miedo existe, no es nada comparado con mis sentimientos hacia él y que no hay nada ni nadie por quien desee dejar a un lado esos miedos, si no es por él.
lunes, 15 de diciembre de 2014
Me asusta
Los poetas depositamos nuestros sentimientos en las letras. Les dejamos algo de alma, algo de corazón, amamos lo que escribimos. Y lo odiamos también.
Somos sensibles a las criticas, pero las necesitamos para crecer.
Depositamos casi todo lo que somos un día, cuando en la noche, bien entrada, luna llena, decidimos escribir.
Hoy, ésta aspirante a escritora y poeta de fantasías necesita sacar del fondo de su alma aquel enorme nudo de inseguridad que oscurece cual nube antes de la tormenta.
Lo quiero, y estoy segura de que él siente algo por mí, pero me asusta.
Me asustan sus fantasmas del pasado, no tan fantasmas, ni tan pasado. Me asustan sus sentimientos por esos fantasmas. No tan muertos, ni tan enterrados.
Me asusta enamorarme perdidamente de su sonrisa, reír por su risa, y delirar por sus besos.
Me asusta entregarme, darle mi corazón de forma absoluta. Mis bases tiemblan bajo mis pies.
Me asusta salir rota de nuevo, quebrarme por pedazos, y que aun mis pedazos lo quieran.
Me asusta amarlo, porque estoy casi segura de que él podría corresponderme, y nada me causa más pánico que no volver a sentir sus labios sobre los míos.
Y sin embargo no me freno, no paro, sigo sintiendo, cada cosa, con toda la intensidad del asunto. Con toda la fuerza de mis latidos. Con cada poro de mi piel.
sábado, 13 de diciembre de 2014
Hipnotizada.
Hay algo en él que me hipnotiza.
No sé si es su mirada, o su sonrisa, sus risas esporádicas, que me hacen sonreír, que me ponen medio boba.
Hay algo en sus besos, que me hace sentir la necesidad de morir en sus labios, en una sonrisa suya, en aquellas mordiditas de amor.
Hay mucho en él, mucho que no sé poner en palabras, es exactamente ese mucho lo que me acelera el corazón cuando está cerca, lo que me hace sonreír sin quererlo, lo que estalla en mi pecho cuando me toma de la mano.
Todo en él, sus virtudes, sus defectos, lo bueno y lo malo, sus problemas, sus dificultades, sus beneficios, sus momentos perfectos, la forma en la que me toma de la mano, su voz, su olor, cada cosa, cada pequeña cosa, hacen a mi corazón un colibrí, y a mis piernas gelatina.
Son las 12:55 am, y no puedo dejar de rememorar sus labios sobre los míos, la infinitud de aquel momento finito, las cosquillas en el estomago, la felicidad bombeando en mis venas.
Acepto que su presencia me influye y su felicidad me ánima, porque me encanta su risa, y más que todo si es por mí, porque yo también siento ganas de reír, de sonreír mucho cuando él está cerca.
lunes, 1 de diciembre de 2014
Joven de la eterna sonrisa.
Joven de la eterna sonrisa, no tengo palabras suficientes para describir el sutil encanto que posee cuando sonríe, pero no existen palabras para hablar sobre lo que mi corazón siente cuando sé que sonríe por mi causa.
Hay mucho que decir, miles de cosas que no sé sí callar, conozco una parte de su alma desde hace mucho tiempo y cada pequeño detalle que he descubierto me ha encantado de una forma bastante particular.
Disculpe si soy algo cursi, algo romántica, que expreso mis sentimientos de forma extraña, poco común.
Disculpe si usted simplemente me encanta y no encuentro manera de disimular eso.
Escribo esto para usted, coraje en cada letra y fluidez en cada coma.
No sé como limitarme, así que le ruego que no me pida que haga eso.
Lo quiero, inmensamente, siempre, como ya se lo he dicho.
Lo quiero, joven de la eterna sonrisa.
Y por favor, no deje de sonreír nunca, porque usted, joven, usted me hace eternamente feliz cuando sonríe.