Los poetas depositamos nuestros sentimientos en las letras. Les dejamos algo de alma, algo de corazón, amamos lo que escribimos. Y lo odiamos también.
Somos sensibles a las criticas, pero las necesitamos para crecer.
Depositamos casi todo lo que somos un día, cuando en la noche, bien entrada, luna llena, decidimos escribir.
Hoy, ésta aspirante a escritora y poeta de fantasías necesita sacar del fondo de su alma aquel enorme nudo de inseguridad que oscurece cual nube antes de la tormenta.
Lo quiero, y estoy segura de que él siente algo por mí, pero me asusta.
Me asustan sus fantasmas del pasado, no tan fantasmas, ni tan pasado. Me asustan sus sentimientos por esos fantasmas. No tan muertos, ni tan enterrados.
Me asusta enamorarme perdidamente de su sonrisa, reír por su risa, y delirar por sus besos.
Me asusta entregarme, darle mi corazón de forma absoluta. Mis bases tiemblan bajo mis pies.
Me asusta salir rota de nuevo, quebrarme por pedazos, y que aun mis pedazos lo quieran.
Me asusta amarlo, porque estoy casi segura de que él podría corresponderme, y nada me causa más pánico que no volver a sentir sus labios sobre los míos.
Y sin embargo no me freno, no paro, sigo sintiendo, cada cosa, con toda la intensidad del asunto. Con toda la fuerza de mis latidos. Con cada poro de mi piel.
Este es solo un blog nacido del ojo de un huracán, del momento más grande de intensidad de una tormenta.
lunes, 15 de diciembre de 2014
Me asusta
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